La metodología Lean Startup ha supuesto un cambio abrupto en la manera de lanzar nuevas ideas o productos al mercado, ya que su objetivo es reducir la incertidumbre y la inestabilidad para el empresario.
Para ello, propone aprender del cliente real, experimentar y validar las hipótesis iniciales de los emprendedores, lo cual se aplica en tres fases: construir, medir y aprender. Por esto se deben realizar simulacros y pruebas lo más reales posibles, y es de ahí de donde nace el MVP o Producto Mínimo Viable.
Lanzamiento del «Mínimo Producto Viable (MVP)»
Se trata de un producto muy básico, un prototipo, con las funcionalidades esenciales, y usado para testear qué reacción tiene el público objetivo.
Con dicha reacción, si es negativa, lo habitual es pivotar en función de las observaciones, para ajustar o cambiar totalmente el producto en función de las auténticas necesidades de los futuros clientes.
Lo que significa cambiar aspectos clave del negocio e incluso ir a otro nuevo, bien para enfocarse en otra necesidad, cambiar el modelo de negocio, modificar la propuesta de valor,… Es decir, se basa en darse cuenta a tiempo de que ese negocio no tiene futuro e identificar algo en lo que se pueda tener más éxito.
Ventajas
Satisfacción de los clientes, puesto que el producto final es mucho más aproximado a lo que esperan o necesitan.
Optimización, ya que se eliminan pasos y procesos, y también se tienen que dedicar menos recursos económicos a personal y a equipo.
Reducción del despilfarro, tanto de horas de trabajo en sobreproducción como de desperdicios materiales que, en algunos casos, tienen un impacto medioambiental negativo.
La productividad del equipo aumenta, siendo que los trabajadores que intervienen en estos procesos se sienten más partícipes.
Inconvenientes
Se pierde el factor humano, al perseguir con ahínco la eficiencia y la optimización de recursos, siendo que en ciertos modelos de negocio se acaba reduciendo la importancia del papel que desempeñan las personas.
Saturación del cliente final, quien tras realizar tantas pruebas y test durante el desarrollo de producto puede terminar rechazándolo.
El propio emprendedor puede ser quien acabe perdiendo la pasión por su idea. Al ver que el producto se va alejando de la idea con la que nació, es posible que acabe por no continuar con su proyecto por falta de ilusión o motivación.
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