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Emprender con tu propio proyecto

Cuando se dispone de una idea de negocio innovadora, diferente y que apasiona, lo primero que se suele pensar es en poner en marcha una startup, es decir, una empresa emergente que servirá como forma de arranque para la idea de negocio. Pero antes es necesario entender el concepto de startup y ver en qué se diferencia de una empresa convencional.


La principal diferencia entre una empresa convencional y una startup radica en su objetivo a corto, medio y largo plazo.


Una empresa convencional, normalmente, empieza con objetivos bastante inmediatos como son obtener beneficios y ser rentable, de manera que, con el tiempo, pueda pasar a ser una empresa de mayor tamaño. En cambio, una startup no se marca tanto objetivos financieros a corto plazo porque lo que quiere es demostrar su potencial a posibles inversores. De ahí la necesidad de validar hipótesis.


Por tanto, mientras que las empresas convencionales se preocupan en primera y última instancia de su supervivencia financiera, una startup va más allá y pretende innovar en aquello que considera un gran producto que podrá ser diferenciado del resto. Además, mientras que una empresa se basa sobre un sector ya existente que, por lo general, abarca varios servicios o productos, una startup se establece sobre una idea nueva en la que se especializa y trabaja 100% focalizada en ella.

La mecánica de una startup comienza analizando un problema existente y proponiendo una solución. Mediante técnicas de client-centered design (diseño centrado en el usuario o cliente) se validan las hipótesis de valor, las cuales se relacionan con la propuesta de valor, y las hipótesis de crecimiento, las cuales se relacionan con las estrategias de crecimiento. El objetivo es diseñar un negocio de mucho riesgo reduciendo los posibles riesgos de forma paulatina.

Definición de la forma jurídica

Es necesario escoger qué tipo de empresa se quiere desarrollar; en el caso de una startup es recomendable que la forma jurídica sea una Sociedad Limitada para ser capaces de acudir a rondas de financiación con inversores (venture capital, business angels, etc.).

Los tipos de empresa en España se diferencian según tres factores: el número de socios que tiene la empresa; el capital inicial que se debe aportar para constituir la empresa (en el caso que se deba aportar); y los tipos de responsabilidades de la empresa, indicando quién tiene la responsabilidad en la sociedad.

Registros y trámites oficiales

Aunque puede haber pequeñas variaciones dependiendo de la forma jurídica que se escoja para la startup, los trámites principales que se tendrán que hacer son:

  1. Registrar el nombre comercial en el Registro Mercantil Central y solicitar la Certificación Negativa del Nombre de la Sociedad.

  2. Solicitar el dominio web, tanto para el formato .com como .es.

  3. Solicitar CIF provisional a Hacienda.

  4. Alta de la cuenta corriente y depósito de capital inicial, en caso de que sea necesario.

  5. Constitución de la Sociedad Limitada ante notaría.

  6. Realizar el pago del Impuesto de Actos Jurídicos Documentados mediante el modelo 600 en la Oficina de la Agencia Tributaria.

  7. Inscripción en el Registro Mercantil.


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